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sábado, 6 de marzo de 2010

Homenaje a Chile: Marcela Paz

El soldadito rojo

Marcela con el soldadito

Marcela estaba en cama con Rubéola. Había amanecido llena de pintitas rosadas, que le picaban por todas partes a un tiempo. No sabía qué hacer para aliviar su picazón. Pero sólo podía rascarse... Así que comenzó a llorar.

Sintió entonces como un tamborcito que sonaba a compás.

¿Será mi corazón? -pensó. Pero le pareció escuchar una vocecita en secreto.

¿Quién es?- preguntó sorprendida.

-Soy el soldadito rojo -dijo la voz- Estoy muy desteñido porque han lavado tanto tu camisa. Pero si tú me ayudas puedo jugar contigo...

Cuento de Marcela Paz (1981)

Marcela secó sus lágrimas y buscó en su camisón los dibujos que ya apenas se notaban. Había un soldadito con tambor, muy desteñido. Lo miró y sentándose en la cama le dijo:

¿Jugamos?

¡Sí, pero tienes que darme una gotita de sangre -dijo el soldado- para volver a ser el soldadito rojo!

¿Una gotita de mi sangre? -Marcela lo miró asustada. Porque la sangre le daba horror. Y movió la cabeza -No- le dijo al soldadito -Eso duele mucho.

...de la segunda edición del libro
'El soldadito rojo', Editorial Universitaria, 1986, pp. 17-21

Miró con pena al soldado y siguió rascándose.

¿Por qué no sería valiente?

De pronto sintió humedad en sus dedos y al mirarlos vio que sin darse cuenta se había sacado sangre al rascarse.

¡Toma! -le dijo al soldadito- Aquí tienes sangre mía... -y aplastó el pedacito de su camisa con el soldado desteñido en el puntito rojo y brillante de su pierna. El soldado se tiñó y comenzó a hincharse como muñeco. Luego se salió del género del camisón y con su tambor partió marchando por toda la cama. Sólo quedó un portillo donde estuvo antes.

Marcela, maravillada se reía feliz sin acordarse más de la picazón.

Se abrió la puerta y entró su mamá a verla.

-Mamá -gritó Marcela alborotada- Mira qué soldadito más lindo juega conmigo.. Se ha salido de mi camisa y marcha tocando su tambor -y le mostró feliz el hoyo sin soldado en el género.

¿Has recortado tu camisa? Nunca pensé que fueras tan tontita.. -la mamá miró enojada la camisa y pasó sus dedos por el hoyo.

-Romper tu camisita... -repetía, moviendo la cabeza.

-No la rompí -explicó Marcela- Fue el soldadito que salió a jugar conmigo. Mira qué lindo es, tan rojo!

La mamá no dijo nada, y se fue pensando que su niña veía visiones con la fiebre.

Portada del libro 'El soldadito rojo'

Marcela suspiró al verla partir enojada.

¿Qué te pasa ahora? -sintió la vocecita del soldado.

-Mamá cree que te recorté de mi camisa -explicó.

-¡Llámala! Yo me meteré en mi hueco como antes. Después que ella se vaya volveré a jugar contigo.

Diciendo esto el soldadito se acomodó en el pedazo de camisa de donde había salido y Marcela llamó a su mamá para mostrarle al soldadito en su lugar.

-Es muy extraño -dijo la mamá-. Yo habría jurado que estaba rota hace un momento... - y arropando bien a Marcela en su cama, se alejó tranquila.

Apenas cerró la puerta, el soldadito rojo volvió a salir de su hueco y marchó por la almohada y por la cama hasta que Marcela se durmió.

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