* Escribinos a orillera@gmail.com
¡Gracias! Mandanos tus poemas, cuentos, cartas, ilustraciones por aquí o a Juncal 495/Santa Rosa. La Pampa (CP6300)




domingo, 28 de diciembre de 2008

Ilusiones


En la magia
de los
sueños
ellos
vienen
desde lejos.

Son las brujas
caprichosas,
son las
hadas
misteriosas.

Son losduendes,
los fantasmas,
y los seres
con espadas.

(Cuando llega
la mañana
son
burbujas,
no son nada)


jueves, 25 de diciembre de 2008

sábado, 20 de diciembre de 2008

Sopa le dieron al Niño,
no se la quiso comer,
y como estaba tan dulce,
se la comió San José.

Vamos al Portal,
con su resplandor,
que salga la luna llena,
y el hermoso sol,
ella nos alumbrará,
con su resplandor.

Alegría, alegría, alegría,
alegría, alegría y placer,
esta noche nace el Niño,
en el Portal de Belén.
* Canciones populares de Navidad

jueves, 11 de diciembre de 2008

Saludos navideños en otros idiomas

África- Geseende Kerfees en 'n gelukkige
Brasil- Feliz Natal! Feliz Ano Novo!
Bulgaria- Tchestita Koleda i Shtastliva Nova Godina
English- Merry Christmas o Happy Christmas and a Happy New
México- Feliz Navidad
Nueva Zelandia (Maorí)- Meri KirihimeteNoruega- Gledelig Jul
País Vasco- Zorionak eta Urte Berri On!Polonia- Wesołych Świąt Bożego Narodzenia .
Suecia- God Jul och Gott Nytt År
Tahiti- Ia ora i te Noere e ia ora na i te matahiti
Vietnam- Chung Mung Giang Sinh - Chuc Mung Tan Nien

domingo, 23 de noviembre de 2008

El secreto.Primera Parte, por Pablo De Santis

Mi padre reparaba violines. Nunca les presté atención hasta que una noche, durante una lluvia torrencial que abrió goteras sobre mi cama, tuve que ir a dormir a su taller. Los violines colgaban sobre mí; algunos enteros, otros desarmados y con las cuerdas sueltas; y los oí. La música llegaba desde ninguna parte: los crujidos que improvisaba la madera, el sonido de las cuerdas, tan sensibles que bastaba el pesado movimiento de la tierra sobre su eje para hacerlas vibrar.
Esa noche me convertí en violinista.
Era bueno; al menos lo suficiente para que mi maestro decidiera enviarme a Buenos Aires para dar una prueba en el Teatro Colón. Yo tenía veinte años y no había visto el teatro más que en fotografías, pero me había parecido que si el mundo tenía un centro, estaba allí. Era ingenuo, pero tenía razón: cada uno encuentra el centro del mundo donde puede.
Viajé en tren; pasé dos días en casa de una tía de mi padre que me obligó a probarme un traje que me quedaba grande y olía a lavanda, y detrás de la lavanda, a naftalina. Me miré en el espejo y me dí tristeza; yo parecía de otra época, como si mis nervios y mi prueba hubieran ocurrido mucho tiempo atrás, y todos, inclusive yo mismo, lo hubiéramos olvidado.
Llegué al Colón con esa impuntualidad al revés que siempre me lleva a estar donde debo horas antes de la cita, costumbre mucho peor que la de llegar tarde. Me senté en un café que tenía mesa de mármol. Mientras trataba de tomar un cortado y de morder una medialuna, me entretuve a mirar el temblor de mi mano derecha: la mano que en una hora más, a las diez, sostendría el arco sobre las cuerdas y resolvería mi destino. Oí una voz, unas palabras que no tuve tiempo de responder. El desconocido ya se había sentado frente a mí.
—Me permite? Somos colegas.
Estaba sin afeitar, y con el traje arrugado. Llevaba un estuche de violín, que apoyó en la silla, junto al mío.
—Viene a dar la prueba? —pregunté.
—No. Vengo a este café porque me gusta hablar con los colegas jóvenes, los que aún tienen esperanzas, los que creen que este teatro es... —buscó la palabra, y me pareció que la arrancaba de mis pensamientos—... el centro del mundo.
Empezó a contar su vida sin que yo le hubiera preguntado nada. Había tocado en la Opera de París y en medio del Amazonas y en Viena; en Venecia había estado en la fiesta del Conde Fabbri, famosa en la historia de la ciudad porque el baile de máscaras terminó en una catástrofe, a causa del agua que subió de pronto y hundió a los invitados en el lodo. Hubiera querido creerle, pero su traje raído, su camisa remendada y sus zapatos gastados desmentían cada palabra.
Se hizo un silencio artificial. El violinista, que mentía con las palabras, también sabía mentir con el silencio.
Dio un golpecito sobre la caja de su violín.
—¿Sabe lo que tengo aquí dentro?
—Un violín.
—Algo más. ¿Oyó hablar de Max Damp? Adentro de la caja está su mano derecha.
Miré la hora. No quería perder los últimos minutos de concentración hablando con un loco. Pero como insistía, sentí la curiosidad. Había oído hablar de Damp, un violinista austríaco, que había muerto en 1875.
—Abrala —pedí.
—Le dejo ver la mano por cien pesos.
—No tengo más que para este café.
—No puedo hacer concesiones. Vivo de lo que hay en esta caja.
Insistí, sin ganas. Miraba el reloj de pared: quince minutos para la prueba.
—Si me paga el café le cuento cómo llegó la mano hasta mí. Las enciclopedias no dicen nada sobre la muerte de Damp.
Acepté. Me venía bien la distracción. Doce minutos.
Perdió cuatro en hablar de Damp y en su fama de mujeriego, hubo una tal condesa Donatti cuya relación duró un año entero.
—El conde, el esposo, se enteró y retó a Damp a un duelo en las afueras de Viena. Al norte de la ciudad, detrás de un palacio del setecientos...
—Ahórrese la descripción, no conozco Viena, ni siquiera Buenos Aires, fuera de este café y de la estación Retiro.
Siguió hablando. Siete minutos. ¿Tendría tiempo de morir Max Damp, antes de que yo debiera correr hacia la entrada del teatro?
El duelo fue largo. El conde había elegido el sable. Damp no se opuso, a pesar de que no sabía usarlo. Prefería el florete porque tiene más afinidad con el violín. Usar el sable, en cambio, es como tocar el contrabajo. Se necesita fuerza y un innato sentido de la gravedad. Damp hirió al conde, pero su triunfo lo distrajo y recibió un tajo en la garganta. Cayó muerto sobre la nieve.
—¿Y la mano?
—El conde estaba menos celoso de Damp que de su mano derecha, tan célebre que se decía que estaba asegurada en siete mil marcos. La cortó de un tajo a la altura de la muñeca y la arrojó lejos. La mano voló sobre los castaños.
Las diez en punto. Me levanté sin aguardar el final de la historia. El violinista me tendió el estuche. No oí donde cayó la mano de Damp. Mientras corría, imaginé la mano de Damp dibujando un arco sobre mi cabeza.
Ya estaba en el teatro, pero faltaban todavía las escalinatas de mármol, y el hall y dar explicaciones a los porteros y cortinados púrpura y la interminable fila de butacas vacías. Oí mi nombre y casi no pude contestar. El director de orquesta me esperaba en el centro del escenario. Había llegado el momento de la prueba. Cuando destrabé el cerrojo de la caja me dí cuenta de que no era la mía.
—¿Qué está esperando, la inspiración? —gritó el maestro—. Hay otros treinta detrás de usted. Toque de una vez.
Sobre el atril estaba la partitura, del quinteto para cuerdas que Franz Schubert había escrito en 1828, el último año de su vida.
Cerré los ojos y abrí la caja.

* Pertenece a un certamen destinado a jóvenes argentinos de entre 14 y 18 años, un concurso que planteaba el desafío de terminar un cuento iniciado por el escritor argentino Pablo de Santis.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Guajira del cardo ruso


¡Ay cardo ruso!,
Hay cardos rusos pinchudos…
Redondos giran cual ruedas
¡Ay cardos rusos boludos!.


El cardo ruso volvió
de mil novescientos treinta.
El cardo ruso volvió
de mil novescientos treinta,
y en ese tiempo sembró
historias que muchos cuentan .


¡Ay cardo ruso!,
Hay cardos rusos pinchudos…
Redondos giran cual ruedas
¡Ay cardos rusos boludos!.


Que viva Juan y San Pedro
que se quemen en las fiestas…
Que viva Juan y San Pedro
que se quemen en las fiestas,
y las cenizas al cielo
parecen luces de estrellas.



¡Ay cardo ruso!,
Hay cardos rusos pinchudos… ...


Estallan contra el alambre
al costado del camino.
Estallan contra el alambre
al costado del camino.
Ha vuelto la pampa seca
falta el agua, sobra el vino.


¡Ay cardo ruso!,
Hay cardos rusos pinchudos…
Redondos giran cual ruedas
¡Ay cardos rusos boludos!.



Adriana Lis Maggio (Argentina)
*Guajira: música original de Andalucía que se desarrolla en Cuba .

martes, 11 de noviembre de 2008

Juanito Laguna


Voy a contarte una historia,
una sola, solo una...
Voy a contarte la historia
del gato Juani Laguna.


Cuando la luna se sube
por la sombra del caldén,
el Juani, por la escalera,
quiere subirse también!.


Si caen gotas de lluvia
yo, las junto en un fuentón,
y el Juani quiere cazarlas
como si fuera un ratón.


Si brilla el sol y es domingo
el Juani quiere pasear,
asi que maullando bajo
se pone un gorro y se va.


Juega, sueña, baila, corre,
duerme a los pies en mi cuna,
es flaco y lo quiero mucho
mi gato el Juani Laguna!


Adriana Lis Maggio (Argentina)

* En la foto, la gata Margarita .

lunes, 27 de octubre de 2008

El clásico de los tres cerditos...

Tiempo atrás, en el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa.
El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar.
El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.
El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.
- Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.
El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó.
El lobo persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron pitando de allí.
Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor.
Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó.
Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque.
Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.
FIN

martes, 14 de octubre de 2008

Adivinanza sin ton ni son...

La guitarra es quien provoca
que muestre un cuerpo verbal
y que vaya de tu boca
hasta el silencio final.

¿Qué es?

jueves, 25 de septiembre de 2008

Trabalenguas de la abuela


Erre con erre, guitarra;

erre con erre, carril:

rápido ruedan los carros,

rápido ruedan las ruedas

del ferrocarril!!!!

domingo, 21 de septiembre de 2008

Feliz Primavera !!!

jueves, 18 de septiembre de 2008

Un poema de Federico García Lorca

La Tarara, sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Lleva mi Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.
La Tarara, sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.
Hay, Tarara loca
Mueve la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.

www.leemeuncuento.com.ar

domingo, 7 de septiembre de 2008

Antón pirulero! (popular)

Antón,
Antón,
Antón pirulero,
cada cual,
cada cual,
que atienda a su juego
y el que no

y el que no
una prenda,
tendrá


Antón Antón....

martes, 2 de septiembre de 2008

Yo quiero una escuela simple...

Yo quiero una escuela simple,
con maestras que bailen y que canten
y que todos estemos muy atentos
cada vez que enseñan lo importante.


Una escuela que tenga patio grande
para jugar con los amigos y el portero,
sin empujar, volviendo al aula todos juntos
no que te importe, llegar solo y primero.


Una escuela que me deje ser libre
-pero también me enseñe lo acotado-.
Una escuela que nos haga pensar,
y ejercitar la mente para pasar de grado.

Que si estás triste, te dejen dibujar…
Que si estás gordo te ayuden a ser sano…
Que si estás raro te puedan escuchar
y te comprendan si estás enamorado!.

No pareciera tarea tan difícil
sumar, restar y hacer un buen dictado,
equivocarse, probar, pintar un mapa,
estudiar nuestra historia, ser un buen ciudadano.


Entonces, si todos lo queremos…
Entonces si todos ayudamos:
maestras, padres, alumnos, perro y gato,…
¿No tendremos la escuela que deseamos?

* Adriana Lis Maggio ( Argentina)

viernes, 29 de agosto de 2008

El pueblo y el circo...


Vértiz es el pueblo en donde nació mi mamá y vivieron mis abuelos. ¡Cómo me gustaba ir allí a pasar las vacaciones!!!!! ¿No lo conocés? Es tan chiquito tan chiquito que un día llegó un circo y el pueblo quedó adentro de la carpa!!! Los habitantes estaban muy enojados porque tenían que pagar entrada para salir !.

martes, 26 de agosto de 2008

Pequeña historia de amor
de cuchara y tenedor

Un día la cuchara
le dijo al tenedor:
“Estoy enamorada,
estoy muriendo de amor…!”

La sopa se le caía,
los postres se le chorreaban,
si pasaba el tenedor
la cuchara, suspiraba…!

Un día no aguantó más
y le dijo relumbrante:
“Si no te quieres casar
te mudas al otro estante”.


* ALM



jueves, 7 de agosto de 2008

La tortuga


Verdinegra, la tortuga,
es la dueña del jardín.
¡Mírala tan pensativa!

Parece una piedra viva,
que viviera de lechuga
y hojitas de perejil.


* Fernando Luján ( poeta de Costa Rica)
* En la foto, el tortugo Jorge de la Isla Galápagos.

lunes, 4 de agosto de 2008

Canción de tomar el té

Estamos invitados
a tomar el té.
La tetera es de porcelana
pero no se ve,
yo no sé por qué.

La leche tiene frío
y la abrigaré,
le pondré un sobretodo mío
largo hasta los pies,
yo no sé por qué.

Cuidado cuando beban,
se les va a caer la nariz dentro de la taza
y eso no esta bien,
yo no sé por qué.

Detrás de una tostada
se escondió la miel,
la manteca muy enojada
la retó en inglés,
yo no sé por qué.

Mañana se lo llevan
preso a un coronel
por pinchar a la mermelada
con un alfiler,
yo no sé por qué.

Parece que el azúcar
siempre negra fue
y de un susto se puso blanca
tal como la ven,
yo no sé por qué.

Un plato timorato se casó anteayer.
A su esposa la cafetera
la trata de usted,
yo no sé por qué.

Los pobres coladores
tienen mucha sed
porque el agua se les escapa
cada dos por tres,
yo no sé por qué.

* María Elena Walsh . Idola!!! Reina de todos los tiempos!!! escritora, cantora, poeta, maravilladora y amiga de todos los niños del planeta.

sábado, 12 de julio de 2008

Los yurumíes están de vacaciones!!!!


* Pececitos en el mar de Cartagena de Indias. Colombia. Patria de don Gabriel García Marquez

martes, 1 de julio de 2008


Once bolitas


Oncebolitas
son suficientes
para el bolsillo del delantal.
(Con las pelusas y los botones
forman un coro para cantar)

Puede que sean
pelusa, ombligo;
puede que sean
gota en el mar;
y cuando suman un diez y un uno
serán bolita número impar.




Doce bolitas

Bolitas por docena
miran televisión,
la mitad tiembla del miedo
pues la peli es de terror .

Bolitas por docena
se fueron a la plaza,
la mitad se portó mal
y volvieron a su casa.


Bolitas por docena
vienen y van,
como la gente en la calle,
como las olas del mar.
ALM

jueves, 26 de junio de 2008

Chico, mediano, grande



Este es un cuento mediano.
Cuento de un chico que tenía un problema grande.
El que está al lado es, precisamente, el grande. Un hombre de bigotes negros, anteojos negros y cu(lo) negro! .
Epa. Así decía la abuela y a mí me daba una rabia!
¿Viste? esto es lo que pasa cuando se empiezan a contar los problemas de los chicos. Nadie da bolilla, no se toman en serio.
Escuchemos.
El chico con el problema se llama Juan José como su padre : “ José se llamaba el hijo / Josefa su mujer / y tenían un hijito / que se llamaba José / José se llamaba...
Otra vez.
¡Sopa!.
Otra vez.
Juanjo no quería empezar la escuela. Lo llevaba la mamá y no quería quedarse, lo llevaba la abuela y lloraba, lo llevaba el chofer del micro escolar y se hacía pis.
( La escuela no está muy preparada para los chicos que llegan hechos pis. Enseguida los devuelven al primer familiar que atiende el teléfono que figura en la ficha de inscripción ).
Juanjo no se entusiasmó ni con la mochila de cangurodelsupermercadoluro ni con la cartucheradelapañalera -este cuento está auspiciado por ... - .Pero Juanjo, como decíamos, no se entusiasmó con nada. Qué caga(da)
Epa. Así decía el abuelo y a mí me daba una rabia!.
Pasaron tres días exactos del comienzo del ciclo lectivo. Esperate un poco... ¿ Qué quiere decir ciclo lectivo? Quiere decir que pasaron tres días exactos desde que empezaron las clases. Y Juanjo no quería ir ni quedarse ni hacer nada en la escuela
“ lectiva ” .
¿Qué te pasa Juanjo que andás con la cara de mate lava’o?
Ojo, al grande no lo perdamos de vista porque en este problema de Juanjo el bigotudo tiene mucho que ver.

La maestra quería ayudar y hablaba todo en chiquitito:
-“ Juanjo, tenés que quedarte y lo pasaremos muy bonito. Vas a ver qué linda es tu escuelita , vas a tener muchos amiguitos...” .
Pero el problema ,señorita, no es problemita . Es problema.
El señor de bigotes negros trabaja en el Banco de La Provincia y le regala las lapiceras que dicen “El Banco es de Usted” a Juanjo. Además vende ropa y libros y también le regala camisetas y un diccionario al chico del problemita no tan problemita.
Está casado con Marcela y tiene tres hijos rubios. Antes de estar casado con Marcela y tener tres hijos rubios, estaba casado con Clara -la mamá de Juanjo y Maribel- pero se separó para casarse con Marcela y tener los tres hijos rubios.
¡ Es el papá !
-“ Positivo, positivo” , dice el policía.
Si bien a Juanjo todavía no le crecieron bigotes, es el hijo del grande bigotudo.
Pero estábamos escribiendo acerca de que el chico se hacía pis...
-“ Bueno, si vamos a nombrar su problemita del pis todo el tiempo, el niño no se va a curar”, dice la directora.
-“ Hay que hablar del problema, porque hablando se cura la gente”, dice el psicólogo.
“ ¿Querés venir a jugar conmigo?, dijo Rocío.
Y Juanjo dijo que sí.
¿Qué sí que cosa?
AYY... a jugar, obbvvio. El chico se hace pis pero no es tonto.


Resumiendo : Juanjo empezó la escuela normalmente, se divirtió en los recreos y además de hacerse amigo de Rocío, se hizo de un montón más. La mochila de canguro le encantó ; llenó la cartuchera de colores, figuritas, cartas de amor... El padre bigotudo fue al sicólogo y aprendió que cuando los padres se separan, los chicos se ponen más sensibles y hay que mimarlos, quererlos , acompañarlos mucho para que no se sientan tristes. La maestra les enseñó a escribir “ coca cola , mamá y hoy es lunes , hoy es martes, hoy es miércoles...”

La directora fue nombrada titular- cosa muy importante para las directoras- y compró caramelos para todos.
Finalmente, entrevistamos a Juanjo para este cuento pero no quiso hacer declaraciones. Así que se acabaron las vueltas del asunto, nos vamos a comer el caramelo y a escribir con linda letra :
Fin



martes, 24 de junio de 2008

Pueblos pampeanos

En 2008 cumple 100 años Quemú Quemú.
Para agregar un dato a su historia, una lectora del blog nos hizo el siguiente aporte acerca del origen de su fundación:

De un lado de la ruta, una vaca. Del otro lado, otra vaca. Aburridas, se pusieron a charlar y... " que mú y que mú... " Le pusieron el nombre al pueblo.

* Gracias NA!!!


lunes, 23 de junio de 2008

Cuento gemelo ( leelo) …(oleel) olemeg otneuC



Juan y Manuel son hermanos gemelos, pero muy muy gemelos.
Tienen la nariz igual, el color del pelo igual, la voz igual…todo igual.
Para aumentar su parecido la mamá les compra a los dos, las mismas remeras rayadas y los mismos pantalones azules. I-GUA-LI-TOS!!!
Hay una sola, solísima diferencia (que los amigos agradecemos mucho para poder reconocerlos): Juan es cochino y Manuel es romántico.
¿Vos los viste caminando y querés saber quién es quién? Bueno, tenés que prestar atención a las siguientes cosas:
Uno escupe por todos lados el papel masticado; el otro hace pompas de jabón.
Uno se mete el dedo en la nariz; el otro hace animalitos amasados con miga de pan.
Uno eructa como un sapo gordo, el otro saluda tirando besos con la mano.
Uno pega chicles en los bancos, el otro regala flores de verbena colorada.
Por suerte, uno hace grandes cochinadas y el otro no.

Adriana Lis Maggio (Argentina)

miércoles, 18 de junio de 2008

Semana del escritor y del libro


A los primeros diez chicos (y no tan chicos!) que escriban a yurumies@gmail.com , les regalaremos un ejemplar de "Marcelino fue y vino" , de Marcelino Catrón. Viva!!!

lunes, 2 de junio de 2008

Otra canción

Si tengo ganas
de bailar en una pata,
y cuando bailo no molesto a los vecinos;
no me digan que es un desatino;
no me obliguen a bailar con los dos pies.

Si tengo ganas
de bailar en una pata,
y cuando bailo respeto a mis vecinos.
Yo soy chico pero digo, hablo, opino;
no me obliguen a callarme otra vez.

Si tengo ganas de bailar en una pata,
y cuando bailo disfruto de verdad;
no se olviden: Los Derechos son de Todos
y, en una pata, los invito a bailar!


Adriana Lis Maggio (Argentina)

miércoles, 28 de mayo de 2008

Manos verdes ( un cuento de nunca acabar)

Se les dice “manos verdes” a aquellas personas que tienen amor, conocimiento y suerte con las plantas. Pueden encontrar un gajo de madreselva al borde de una calle, medio muerto, lo toman y ya, lo ponen en la tierra haciendo un hueco con sus dedos y al tiempo, la madreselva crece, vive y perfuma con un olor tan violeta y tan espeso que se puede oler y se podría tocar.
Mi tío Marcial era de esa clase de personas manos verdes. Hablaba con los helechos, los tilos, los paraísos… y apuntaba que había que saber tomar de cada planta su virtud. El hombre todo lo toma de la tierra- decía- pues que lo que te dan las plantas te alegra, te sana, te alimenta. Una vez estaba yo sin poder hacer pis y él preparó una sopa de mentas y ortigas que sacó aguas por todos los agujeritos de mi cuerpo. Y si mal no recuerdo, también la salvia te hace orinar, la salvia que uno recoge por la noche, pues a las plantas les hace bien el mucho sol y la poca luna- decía Marcial.
Clasificaba las bolillas de los paraísos: que las verdes, que las amarillas pastosas, que las negras y sacaba flores hasta de los escombros, verdad, que te lo creas que así era mi tío.
De todos modos yo no quería abundar con plantas y con tíos sino presentarte a Nicolás. Nicolás es un niño de tres años que tiene las manos verdes. De color verde.
Su madre se llama Camila y cuando era joven tenía la cara redonda y el pelo de sopa de cabello de ángel. Finito. Finitito. Es una mujer muy bonita la mamá de Nicolás, le gusta ir al mar y lo extraña porque vive lejos. Ahora vive lejos, antes, cuando era niña como Nicolás y antes aún de tener pelo de sopa de cabello de ángel, vivía con su familia en Santa Margarita del Mar, un pueblo de la costa del océano Atlántico. Su madre que se llamaba Rosa y quería ser peluquera, le daba de comer pececitos de colores a Camila. Pececitos de colores con postre de yema batida con azúcar.
Rosa y Domingo eran los papás, que vienen a ser los abuelos de Nicolás, que tiene las manos verdes.
Digo “eran” porque están muertos. Lamentablemente la vida les hace esas cosas a la gente. Los hace vivir al lado del mar, los lleva, los trae, les da pececitos de colores, les pone pelo de sopa de cabellos de ángel, les da un sueño de ser peluquera… o te pone las manos verdes. Solo las manos, completamente verdes.
Domingo, el abuelo, tenía un galpón con herramientas y un perro que lo seguía por todo el patio todo el tiempo. De joven fue pintor de escuelas por lo que se conoció a todos los chicos del mundo. Bueno, no del mundo, pero de muchas escuelas y muchos chicos. Los veía crecer cada año, cómo pasaban de grado dejando marcas de tiza y corazones tallados en las paredes que él tenía que lijar y pintar. Un día la llevó a Camila a pintar y mientras mezclaba barniz con aguarrás, ella dibujó un zócalo completo de pececitos anaranjados.
El perro es un tema aparte, de tal modo que –si me permites- haremos un capítulo con él y lo titularemos con su nombre: Ramón

El perro Ramón
Ramón llegó a la casa de Santa Margarita del Mar con un agujero en la pata trasera. Nunca se supo si fue una bala, un golpe, o un vaya a saber qué pobre perrito rengo y con gusanos. Sí, porque en ese hueco se le habían juntado bichitos que el abuelo Domingo sacó pacientemente con una pincita de las que tenía en el galpón de las herramientas. Tenía destornilladores, martillos, hachas, tenazas, llaves con pico de loro y una pincita para sacar los gusanos de la pata de Ramón. Desde entonces, el perro y mi abuelo conformaron un equipo de trabajo pese a que Rosa, la abuela que quería ser peluquera, se resistió un poco a tener un perro pero después, no. Los días en que no pintaban las paredes y los techos de las escuelas, todos iban al mar. Es muy lindo ver a los perros en el mar porque se ponen muy felices y sonríen y sacan la lengua muy afuera y ladran y corren para atrapar las olas. Después se sacuden la sal y la arena sin importarles nada en el mundo. A Ramón nunca le importó nada del mundo.
En cambio a Rosa sí, porque quería ser peluquera y no pudo aunque se compró –por correo- todos los cursos que enseñaban, con dibujos y fotos, a poner ruleros, a batir rodetes, a…Espera, que este es el capítulo del perro.
Una vez Ramón tuvo una novia, una novia que le dio cuatro hijas de color marrón y dos hijos de color negro. Justamente Olivia, era la perra que tenía Manuel, un chico del pueblo, amigo de Camila que luego fue su esposo y ahora es nada menos que el padre de Nicolás que tiene las manos verdes. Cuando Nicolás nació, sus manos eran verde manzana y nada más, el resto del cuerpo tenía los colores que traen los niños normales al nacer pero sus manos…
Ramón y Olivia andaban con el abuelo pintor por las escuelas del mundo (ya aclaramos que no era tan el mundo pero era un poco el mundo) y por la noche, paseaban juntos por la orilla del mar. Verdad, que a los perros en la oscuridad los ojos se les vuelven linternas e iluminan los caminos. Bueno, en este caso, –como los faros- los ojos linterna guiaban barcos hasta la costa de Santa Margarita del Mar. Después de pasear, los perros se volvían a dormir al galpón de las herramientas y Ramón le contaba a Olivia cómo la pincita que saca gusanos le salvó la vida y dibujó su destino de perro feliz.
No sabemos si fue a la noche o en las jornadas de trabajo de lijar y pintar que Ramón saltó encima de Olivia, después de olerla mucho rato y se quedaron pegados bastante tiempo hasta que, después de salirse el perro y pasar unos meses, nacieron los cachorros.
Es lindo ver a una familia de perros que viven cerca del mar pero no se puede mantener toda junta, así que hay que separarlos. La abuela Rosa dijo que no sufren, que no hay que llorar Camila porque ellos se acostumbran muy fácil y que nada más se bañan, atrapan olas y se sacuden la sal y la arena sin que les importe nada en el mundo.
Olivia volvió con Manuel.
Ramón con Domingo.
Y de los demás, ya ni me acuerdo.

Retomaremos ahora la historia de Nicolás, el niño de tres años que tiene las manos verdes. Hijo de Manuel y Camila que extraña el mar. Ahora viven en la llanura pampeana, exactamente en Villa Narda, un pueblo liso sin montañas ni médanos ni sierras ni nada que haga bulto para poder esconderse detrás. Todos están a la vista de todos, lo que hace al pueblo muy particular. Lo que hace a veces bien y a veces no tanto. Por ejemplo, hace treinta cinco días una amiga de Camila que tenía un marido que es carnicero ya no lo tiene más porque se enamoró de Paco. No se sabe si se enamoró para siempre pero como no se podía esconder, el marido la vió y se divorciaron. Paco reparte agua mineral en un camioncito colorado con motor a gasoil que nunca apaga. Es decir, estaciona con el camión en marcha y lo deja haciendo ruido mientras baja el agua en botellones. Casa por casa. Mientras, la radio del camión está encendida también, como el motor, con el volumen muy fuerte. Paco baja silbando las canciones que pasan por la radio haciendo pausas para decir buenos días o buenas tardes y sigue. Cada dos días Paco trae agua y canta en la esquina de la casa de Mariana (la enamorada ahora sin marido). Mariana limpia la casa con la radio encendida cantando las canciones que pasan por la radio, entonces, que cuando Paco llega se hace un coro de silbar y cantar que es muy afinado. Los dos cantando lo mismo al mismo tiempo y sin pensarlo que se enamoraron. Un día, el motor se le gastó de tanto quedarse en marcha detenido en la casa de Mariana. Y otra vez, se hizo una nube de humo espeso y gris que igual no alcanzó para esconderlos cuando se daban besos. Paco es más joven que Mariana y más feo que el carnicero, pero al amor no le importan esas cosas y si el pueblo es liso, como Villa Narda, el amor vuela como el viento, cosa que, pese a que el carnicero se puso enojado y triste seis días, es algo muy muy bueno.
Ahí lejos del mar viven ahora el niño Nicolás de tres años con las manos verdes, Camila, Manuel, Mariana, Paco, el carnicero y otra gente como por ejemplo la familia Sape que, como con el perro Ramón, son un tema aparte y merecen un capítulo que titularemos con su nombre: La familia Sape.

La familia Sape
La mamá Sape hace collares con dientes de conejo, con plumas de paloma y hasta con huesitos de pollo. Estudió con una india del sur que le enseñó varios secretos, como el secreto de cortar la lana de oveja sin que se te estire interminablemente en hilachas y otras cosas. Elsa Sape está casada con un hombre que es contador pero trabaja en la universidad y no en un banco ni en una empresa, trabaja en la universidad de veterinaria dando clases sobre los caballos. Néstor cría caballos desde que nació casi y, en los ratos libres, va a reuniones de la Junta Vecinal de Villa Narda. No participan muchos vecinos pero él sí participa, es el tesorero. Paco, que reparte agua mineral, es secretario y ahora no tienen presidente porque el presidente era el carnicero que como se enojó, se fue.
Una vez en una reunión de la Junta todos conversaron sobre las manos verdes de Nicolás, el niño de 3 años, pero no sacaron muchas conclusiones. Alguien recordó a una prima lejana que tenía lunares rojos y otra persona dijo que una vez, había conocido a un joven con manos como de chocolate pero no eran de chocolate…En fin, ninguna conclusión. O si. Que en los pueblos las cosas se explican transparente como el agua y que la gente va más tranquila que en la ciudad, sin temor a las diferencias.
Valeria, Natalí y Emilia son las hijas de los Sape más un hijo varón, Patricio, que puso una librería con su mujer que hace juguetes de trapo. Como por ejemplo una pelota de trapo o un barco de vapor, pero de trapo, no de vapor.
Valeria canta en inglés y Natalí fabrica disfraces para todos los chicos y grandes de Villa Narda que quieran ser, por un día o por una noche Cenicienta; el hombre araña; Heidi; la bruja; un astronauta; Harry Potter o lo que se les ocurra por encargue, Natalí te lo hace.
Bien podría haber sido Nicolás, hijo o nieto o sobrino de los Sape, pero no, no es. Los Sape son una familia que tienen todos las manos rosadas, con cinco dedos en cada una de cada uno de ellos y todo muy normal.
Camila tiene un collar de los que hace Elsa, de caracoles, todo enhebrado con hilos que son pelos de chancho jabalí. Lo que nunca usó fue un disfraz porque como su hijito de manos verdes solo tiene tres años y no va a la escuela, no le ha tocado fiesta, solo de cumpleaños, pero a Manuel no le gustan las fiestas y no se han hecho ni sin ni con disfraz. Lo que si ha comprado Camila, además del collar, es un libro de aventuras en lo de Patricio, un libro que en la tapa tiene dibujada la luna y el sol. Y el sol está realizado en tela por la mujer de Patricio.

Retomaremos ahora la historia de Nicolás, el niño de tres años que tiene las manos verdes. Hijo de Manuel y Camila que extraña el mar porque ahora viven en la llanura, ese lugar en el que todo es liso y el amor vuela con el viento. Y el viento también vuela. Lo que en verdad se vuelan son los cardos rusos, una especie de yuyo redondo y pinchudo, grande que rueda rueda hasta encontrar un tope. Puede ser un alambrado, una pared, un tapial. Ahí los cardos se amontonan y se van haciendo pilas, torres. A Manuel le gusta agarrarlos con una horquilla y llevarlos para el fondo, una vez que están secos les prende fuego y todo cruje. Los cardos se retuercen y van subiendo por el aire en pelitos negros, grises y rojos. Cuando se hace esta fogata, Nicolás aplaude con sus manos verdes.
El papá de Nicolás se casó con Camila en el mar, allá en Santa Margarita del Mar en donde trabajaba de pescador y de diariero. Tenía una bicicleta con una canasta grande adelante para llevar las revistas y los periódicos aunque a veces iba sentada Camila. Otras veces iba con Olivia, que era la novia de Ramón que con sus ojitos iluminados por la noche, guiaba barcos. De todos modos, él, Manuel, no extraña el mar, acá en la llanura pampeana se compró un campo en el que cría vacas solas, vacas preñadas, vacas con terneros al pie, terneros destetados, terneros solos, toros, gallinas y un pavo real.
Se trajo las herramientas que Domingo tenía en el galpón- incluida la pincita de sacar gusanos a las heridas de los perros -, con ellas, sobre todo con el martillo y las tenazas, hizo un alambrado. Uno adentro de otro y ese adentro de otro. Uno para las gallinas, el otro para las vacas, los terneros, los toros y nada más ya que el pavo real anda suelto.
Habla poco Manuel.
Eso sí, a todos lados por donde camina cuando recorre y trabaja lo lleva a Nicolás. Atrás viene el pavo real.
Un día también le buscarán novia porque está muy solo y es un pavo muy pintón!.
Con la belleza uno puede conquistarlo todo – le decía Manuel al pavo real cuando iban caminando, tenaza en mano, para arreglar la tranquera. A veces hablaba bajito con los animales, con los animales más que con las personas.
Ninguno de los tres- ni Camila ni Manuel ni el niño Nicolás- tenía hermanos. Dato que no es relevante pero hace que mi cuento sea más breve. En cambio, si en vez de presentarte al niño de las manos verdes tuviera que contarte todo todo lo de la familia Sape ya estaríamos por completar un libro.
Al poco tiempo de que Rosa y Domingo se murieran, se hizo la mudanza del mar a la llanura. La casa de Santa Margarita se la vendieron a Lía, una mujer soltera que tiene mucho dinero pero ninguna felicidad. Parece que se quedó sola nada más que por que no le gusta compartir .Una mujer como un cactus- decía eso mi tío Marcial- hay personas cactus que te dan nada más que espinas, igual se les puede sacar jugo y con el jugo haces compresas que te alivian los dolores de panza. Y yo me acuerdo que escuché que si te duelen las muelas, te puedes poner un sapo, la panza del sapo en la cara, cosa para nada agradable y de la que mejor ni hablar porque ni mi tío, ni Rosa ni Domingo, ni Camila, ni Manuel, ni Paco, ni Mariana, ni el carnicero, ni Valeria, ni Natalí, ni Patricio, ni la mujer de Patricio, ni Elsa, ni don Néstor Sape, ni Lía, ni el niño Nicolás de las manos verdes, ni yo, sabemos nada acerca de los sapos, que son animales de los que mejor no hablar si no se sabe. Sí de perros, en la casa de Santa Margarita del Mar quedó un perro, uno de los cachorros negros, hijo de Ramón y Olivia.
Una vez le hicieron un reportaje a la Señora Ministro de Educación y lo pasaron por la radio, ella decía que… con solo mirar a esa mujer tratar a los perros, uno puede saber que es buena. Y la verdad es que Lía, aunque sea un cactus, aunque no tenga aparente felicidad ni quiera compartir nada de nada con nadie de nadie, trata muy bien a ese cachorro. Eso tranquilizó a Camila cuando supo que Manuel había decidido venderle la casa del mar y ya no necesitó escuchar ni entender porqué la Ministro hablaba de esos temas y no de las escuelas o lo niños que van a las escuelas.
La mudanza fue rápida e incluyó la bicicleta de repartir diarios y una pila de carpetas con todos los archivos de correspondencia de los cursos de peluquería de la abuela Rosa.
Ella era experta en gallinas, sabía cuidarlas, atraparlas y conocía todos los trucos para juntar los huevos, siempre dejando uno de nidal para que no cambiaran de lugar. Cuando Domingo iba a pintar la Escuela 25 o la 180 o la 4, ella sacaba su montón de huevos acumulados y los llevaba a lo de don Hegea para canjearlos por los cursos. Hegea tenía almacén y estaba a cargo de la estafeta postal. Por eso todo el trámite. Cuando no alcanzaban, Rosa preparaba cubitos de hielo y completaba las cuentas. Es que en Santa Margarita hace calor todo el año y muchas personas no tienen heladera. Aún hoy no tienen, yo no sé quién venderá hielo ahora que los abuelos del niño Nicolás de manos verdes ya no están ¿?.
Camila compraba tomates, queso sardo y con el vuelto, gomitas de azúcar con formas de flores, todo en el almacén Hegea.
A veces la acompañaba Ramón pero no le dio nunca una gomita porque Manuel le había contado que los perros solo deben comer carne y no dulces, si le das un chicle, por ejemplo, se les pegan los intestinos y no se mueren pero quedan mudos de ladrar. No está bien expresado, mira: los perros quedan mudos. Los perros que comen dulces, ya no ladrarán más.
Un día lunes, Camila volvía a su casa con una bolsa de mandados llena de zanahorias, papas, cebollas de verdeo y un ají. Venía cantando una canción inventada por ella: la bolsa de los mandados / es amarilla y marrón / la bolsa de los mandados / sueña que es un avión… mientras daba vueltas girando con las verduras. Y que vueltas y que vueltas que se cayó desparramada enfrente del club deportivo Santa Margarita del Mar. Esto sucedió cuando era pequeña, no de tres años como tiene ahora Nicolás de las manos verdes, pero sí pequeña como de once o doce. A esa edad eres pequeño para vivir solo o para ir a bailar de noche pero eres grande para andar girando una bolsa de mandados y que te caigas. Pequeño para trabajar y sin embargo, a los once o doce y aún a los diez y a los nueve…hay niños que trabajan. Bueno, tal vez no haya una edad definida para ser grande o pequeño, menos aún exista un límite de tener años para enamorarse porque siendo de once o doce, aquí mismo Camila se enamoró de Manuel. El estaba jugando a la pelota paleta y la vió, le vió las piernas, la cola, el ombligo… dejó la paleta y la pelota para ayudarle a recoger las zanahorias y el ají.
Se hicieron muy amigos para luego ser novios hasta casarse en la iglesia del pueblo, frente al mar.
Ya Camila tenía pelo de sopa de cabello de ángel por lo que su mamá debió tomar cursos extras y trabajar bastante en el peinado para la boda. Fue un peinado alto con flores de nácar en las puntas, tal vez como un nido de gallinas pero eso jamás se lo diría nadie a Rosa. Tal vez era de cardo ruso. Tal vez salió un peinado bastante feo pero como ella es tan linda y Manuel habla poco, la ceremonia de casamiento fue tranquila.
Menos Lía, todos fueron a esa boda. Incluidos los perros y los cachorros de los perros.
Domingo había hecho la mesa de la fiesta con tablones de pintar y en el medio habían puesto la canasta de la bicicleta llena de flores.
Les regalaron copas, tenedores, sábanas y una pastalinda que todavía usan en la casa de Villa Narda. La usa Manuel que es el que sabe amasar tallarines cinta y tallarines finos. Se pone un huevo por cada comensal y la pastalinda estira los fideos. También cocina pan y conservas, pero poco. Lo que ocurre es que con la primavera han venido muchas vacas y terneros y trabajo que atender lo que es bueno pero es malo. Es que es bueno que haya mucho trabajo pero es malo no comer los fideos amasados por Manuel. Porque son tan ricos. Porque que son tan sanos. Porque son tan caseros.
Lo más rico de comer en la boda de Manuel y Camila fue la torta. Tenía cinco pisos blancos con muchas cintas y flores y moños y azúcar dura. Arriba de todo una pareja de muñecos de torta pero como si no fueran de torta, se daban la mano. Marisa, la repostera, fue quién le enseñó a cocinar dulces a Camila.

Dulces Camila
Ya en Villa Narda, Camila se dedicó a cocinar. Es muy linda y ese pelo de sopa de cabellos de ángel le cae sobre la carita redonda, le caía, porque se lo cortó muy cortito cortito para que no se le fuera un pelo a un pastel. Feo un pelo en un pastel. Y ahora no necesita peinarse y si mirar mucho la foto del rodete con flores de nácar de la boda para recordar a su mamá.
Manuel le hizo una cocina especial que es como el corazón de la casa, el corazón de la familia, el corazón de todos. Tiene unos quemadores en donde las pavas y las ollas se echan como si fueran las gallinas de la abuela Rosa. Como una clueca en el nido se echa la ollita gris sobre el fuego, ahí Camila prepara almíbar de limón y dulcecito de piquillin. Del techo cuelgan unos fierros redondos y de los fierros caen cucharones, cucharas y sartenes.
En la cocina cada cosa tiene su lugar.
A Nicolás le gusta trabajar con su mamá y sabe amasar hojaldre o pan con sus manos verdes.
Mientras los bizcochuelos crecen, el niño le pide a Camila que lea unos versos escritos por mí, que soy escritora, y que están anotados en un papel de cuaderno debajo del imán en la puerta de la heladera:
Un día la cuchara
le dijo al tenedor:
“ Estoy enamorada,
me estoy muriendo de amor” .

La sopa se le caía,
los postres se le chorreaban,
si pasaba el tenedor
la cuchara suspiraba.

Un día no aguantó más
y le dijo relumbrante:
“ Si no te querés casar
te mudás al otro estante!”:

Y ya los bizcochuelos estaban esponjosos, amarillos, listos para la decoración.
Se usa mucha agua en la cocina: agua de agua de la canilla, agua de azahar, agua de flores, agua de lluvia. Y este es un gran secreto de cocineras. Un gran secreto que sirve para que los pasteles te salgan muy bien y para que la vida te fluya. Aleluya.
De la cocina salen misterios y verdades. De aquí sale la primera teoría de las manos verdes:… nada más que porque cuando estaba embarazada, Camila preparaba una mesa de dulces para la fiesta de cumpleaños de Josesito, hijo de José el jugador de fútbol y que al prepararle la torta principal tiñó la crema para simular el pasto y se excedió. Que si te pasas de colorante el tono se pone subido. Y que la torta quedó preciosísima pero la cocinera afectada (…) y que el embarazo vino verde.
Nada más circulaba esa versión por el viento de Villa Narda acerca de Nicolás.
En los pueblos las cosas se cuentan natural, se explican con palabras sencillas y los vecinos se preocupan de saber si llueve o no llueve para cosechar el trigo, o a cómo viene el precio de la carne de ternero y que linda está la plaza del centro con los árboles recién regados… y no que si Nicolás tiene o no tiene o qué tiene.

Retomaremos ahora la historia de este niño de tres años que tiene las manos verdes. Hijo de Manuel y Camila que extraña el mar porque ahora viven en la llanura, ese lugar en el que todo es liso y etc y que por eso un día viajaron. La causa del viaje no fue la lisura de Villa Narda en donde todos se ven con todos sino una curiosidad. El verde de las manos del niño había trepado hasta los codos lo que motivó que los papás le realizaran nuevos estudios de medicina. El doctor de la ciudad capital, que era el más especialista y ya lo había revisado cuatro veces, les dijo que nada pasaba, que el verde no afectaba ningún signo vital y que era noventa y ocho por ciento posible que no avanzará más. El verde. Igual nunca nadie había visto un caso parecido y pese a que el niño crecía feliz y natural como los chicos blancos, los rosados o los morenos, los padres sintieron la necesidad de viajar para ponerlo a Nicolás en el mundo y ver.
Mariana y Paco, que repartían agua mineral, se quedaron cuidando la casa de Camila y Manuel. El carnicero, ex marido de Mariana y al que ya se le había pasado la tristeza porque tenía otra novia, se encargó de las vacas, los terneros, los toros, el pavo real y con todo acomodado la familia del cuento se fue a Paris.

Paris
Paris es una ciudad enorme y luminosa que tiene mucho misterio. Aunque es grande grande no tiene casi lugar. Es decir, las casas se apretan y hay muchos rincones para todo. Rincones para tomar café, rincones que te muestran cuadros y estatuas, rincones en donde se venden crepes, rincones…
Tiene un río con barcos llenos de luces y música, en los bordes del río hay edificios con ventanas llenas de macetas con flores, ropa que cuelga al sol y más luminosidad.
Se dice que de Paris vienen los niños, hay madres que todavía te cuentan que si escribes una carta, una cigüeña te trae un niño o una niña que será tu hijo. Claro que todo el mundo sabe ya que para hacer un niño, se necesitan un hombre y una mujer que tengan una relación de amor y de sexo. O más o menos, una síntesis para que se sepa que lo de la cigüeña es tan cuento como este, aunque igual, Camila y Manuel no deshecharon la posibilidad de encontrar alguna respuesta en Paris sobre su niño…a ver allí que como es el centro de distribución….
Cuando Camila, Manuel y Nicolás bajaron del avión se encontraron con un murmullo de palabras, ruidos, olores, gentes, como una nube que los envolvía. Así fueron envueltos todo el tiempo en Paris. Maravillados y envueltos.
Recorrieron callecitas y mercados, fueron a la casa de una señora que leía los destinos en unas piedras, anduvieron en metro y en barquito y el día martes viajaron a la provincia del champagne y de las tres uvas.
Dieron vueltas y vueltas por Paris durante ochenta y cinco minutos por seiscientas horas y veinte días…mucho por Paris hasta que comenzaron a extrañar a los terneros y a las herramientas y a los biscochuelos para decorar. Y se volvieron.
De regreso a Villa Narda iguales pero diferentes, felices y lo más normal de la mano con el niño verde.
Se les dice “manos verdes” a aquellas personas que tienen amor, conocimiento y suerte con las plantas. Pueden encontrar un gajo de madreselva al borde de una calle, medio muerto, lo toman y ya, lo ponen en la tierra haciendo un hueco con sus dedos y al tiempo, la madreselva crece, vive y perfuma con un olor tan violeta y tan espeso que se puede oler y se podría tocar.
Mi tío Marcial era de esa clase de personas manos verdes. (…)
De todos modos yo no quería abundar con plantas y con tíos sino presentarte a Nicolás. Nicolás es un niño de cuatro años que tiene las manos verdes….


FIN