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lunes, 13 de julio de 2009

Locuras a la moda

Aunque el bebé correteaba en pañales y el niño se metía el dedo en la nariz, el papelón lo cometió el cura esa mañana de lunes.

Comenzó justo cuando me levanté de la cama, el sol brillaba y los pájaros cantaban.

Me puse el rosario y sin desayunar, fui a la iglesia.

Estaba el cura allí, parado, leyendo en voz grave un libro, luego se puso firme y empezó a decir oración por oración el Padre Nuestro, y todos lo reiteraban.

 Hasta que de repente ¡TUINTAN! Una musiquita, y venía del altar. El cura se metió la mano en el bolsillo que le brillaba, y sacó un teléfono (celular) y dijo en vos aguda:

 — Seemm… sem… ¿A las 7:40? ¿Martes, mañana? Semm… te paso a buscar… no…. ¿¡En Gral. Acha!? Si…te paso a buscar… bye.

Cortó y retomando su sermón continuó, que como      sospecharán todos estábamos estupefactos.

— Ah, y como les decía: “Dios fue el creador de nuestras vidas…”

Y allí comenzó  el papelón.

Al otro día, de vuelta en la  Iglesia vi cuando llegaba el cura en una limosina, con una sotana negra con unos horrorosos lunares rosas, verdes y azules; acompañando su look una gorrita verde cata. Entrando velozmente a la iglesia se dirigió a la gente diciendo:

— ¡Hoy tengo una fiesta a las 8:45, así que me retiraré, lamentablemente, no podremos compartir nuestro amor por Dios!  
 
Mientras partía en otra limosina desvergonzado; y allí nos abandonó, cual bolsa de residuos que se deposita en una esquina con moscas y todo.  No había caso, en esa Iglesia había huido el respeto,   algunos se tiraban avioncitos, otros susurraban y otros jugaban en los jueguitos del celular; si no llegaba el Cura suplente, todo iba a ser un caos.

Repentinamente se oyó  un:

—¡¡¡buenas tardes amados hermanos!!!

Que, claro, era el nuevo cura, aunque todavía era de mañana. Algunos del susto, hasta se tragaron la pastilla de menta o el chicle que descaradamente degustaban, pero  en fin, ver para creer. Lo más probable es que ustedes crean que el nuevo aparecido era un primor, lleno de virtudes, pero no, se equivocan; la mismísima gorra y esos horribles lunares tricolores; un espanto.  

La gente no salía de su asombro y solo tenían sus bocas abiertas mirando este nuevo espectáculo.

— ¡BASTA! ¡BASTA DE GRITAR, Y DE ANDAR DE FIESTA JUGANDO!

Gritó una de las niñas que venía del vecindario, luego llegó el padre con los ojos colorados y en pijamas diciendo:

— ¡NO NOS HAN DEJADO DORMIR!

Y todos se quedaron como estatuas, menos un bebé que lloraba en las ultimas filas.

— Y a mí que siempre me decían que esta era una iglesia muy santa. Mejor vámonos papá.

Dijo por último la niña, y todas las personas quedaron atormentadas, cuando el padre con los ojos rostizados y la nena chillona se fueron.

 De repente… ¡CLAP, CLAP, CLAP! Todo el mundo empezó a aplaudir al nuevo cura de los clonados lunares.  
 
 
— ¡Noo, noo, no me lo merezco, sii…, es obvio que me quiero quedar con el dinero, pero naa, déjenselo para los necesitados!!!

Dijo el cura, mientras fruncía los labios alegremente y se acomodaba la gorra

—.Me llamo Francisco y me pueden decir “Panchito, el  mejor cura del Pueblo” o directamente no me hablen. En fin; Soy su cura Suplentee…

— ¡Nunca jamás! Gritó una voz de atrás.

— ¡No terminarás como la otra vez hermano…!

Dijo una extraña voz entre la gente, al mismo tiempo se asomaba, le hacían espacio, parecía ser un cura igual al otro, pero éste no se dejaba mostrar la cara con un sombrero. Lentamente fue descubriendo su rostro, y… ¡si, era nuestro patético primer sacerdote, el de la limosina!

— ¡A no, Darling, no esta vez! Respondió el suplente.

— ¡No me quitarás a mis amadas ovejitas, Pancho!

  • ¡Ahora es mi público y yo les predico!

Mientras seguían discutiendo la gente se iba retirando silenciosamente, en puntitas de pie.

  • ¡Volverás a meter la pata y se que, te costará mucho!
  • ¿A si? ¡Pues no me importa porque me declararon como el jefe de esta iglesia!

— ¡En primer lugar yo nunca llamé a un cura suplente, y si lo hubiera hecho no te hubiera llamado a ti! ¿O no, amigos?— dirigiéndose a sus feligreses, pero cuando lo hizo, la Iglesia estaba casi desierta, todos habían escapado del escándalo por las puertas laterales.

Y como en todos los finales felices, siempre triunfan los buenos, en esta historia no hay buenos, tampoco malos; solo dos curas ridículos que solo Dios sabe por que se peleaban.

Ellos  siguieron con su  pelea por siempre, aunque su Iglesia quedó vacía y siempre estaba limpia;  la gente

Decidió asistir los domingos a otra capillita, a algunos kilómetros, pero…bien tranquila.

 * Un cuento de " Paulita" . Mención especial en el Certamen Literario Orillera 2009. Vive en San Juan y fue la participante más chiquita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy simpático tu cuento, me encantó, felicitaciones Paulita¡¡¡

frany dijo...

Pala q bonito cuento sos la mejor de las escritoras del mundo espero q seas la ganadoras de las mejoras escritoras


Te quiero

Frany♥♥♥

Adriana Lis dijo...

Viva Paulita!!!!!!Ya te vamos a mandar regalos pampeanos para mimarte y que sigas escribiendo