Ella era una chica sopa de cabello de ángel. Una muchacha tibia que echaba vapor de empañar ojos. Olorosa y salada.
El tenía boca de vidrio. Hombre de tintinearle labios y buen beber.
Se encontraron de paso en un restó, mientras afuera era París con llovizna de junio.
Chica sopa soltó calor y hombre, vidrio roto. Corrió sangre por las mesas, por los platos, por las fuentes...
El dueño del local, puso un cartelito en la puerta mientras llegaba la ambulancia.
Siguió junio y nada más. No todos los amores son posibles aunque París se llueva.
* En Minúsculas. Ediciones Orillera. 2010
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