La tarde no se va.
Está en su sitio.
Calentita la tarde.
Unos caballos rojos
la galopan
por las nubes de nadie.
Después, se cae el sol
tras las montañas
y todo está que arde.
Esto se ve a lo último,
a esa hora
en que se caen,
de puro galopar,
totalmente incendiados,
los caballos.
Armando Tejada Gómez (Argentina)
* Foto by Hija China www.cursorintermitente.blogspot.com
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