sábado, 27 de marzo de 2010
Mentir
martes, 23 de marzo de 2010
Así jugaba abuela ( 1992) María Alvarez Ríos. Cuba.
Mesié de la Mulé
viernes, 19 de marzo de 2010
Historia de la literatura infantil en América Latina
México:
lunes, 15 de marzo de 2010
Aquella peligrosa ocasión. De El pulpo está crudo
El capitán Malatranca (ya sé que es un nombre medio estúpido, pero no es culpa mía). Empiezo de nuevo. El capitán Malatranca era mi archisuperenemigo y siempre me atacaba con lo que podía. Últimamente, al muy maldito le había dado por llamarme por teléfono para desafiarme. Le escribí una carta a su Jefe pidiéndole que se dejara de embromar porque algún día me iba a enojar y le iba a romper todo. Nunca me hicieron caso. Un día fui hasta su oficina y toqué timbre. Me atendió el Capitán Malatranca en persona (si lo conocieran, el nombre no les parecería medio estúpido, sino que le va justo). Como no sabía por dónde empezar la conversación, lo primero que hice fue pegarle una piña que lo sentó. Él me atacó con su superarma; yo, por suerte, había llevado la mía. Esquivé sus disparos y me tiré atrás de un escritorio (ustedes habrán visto en las películas que conviene hacer eso). Como no tenía tiempo de revisarla (tiene un mecánico supercomplejo y sofisticado), agarré y la empecé a golpear desesperadamente contra el piso, y se arregló. Con el primer disparo tumbé toda una pared y se prendió fuego un perchero (hubiera sido más espectacular que se tumbe el perchero y se incendie la pared, pero no fue lo que ocurrió). El Capitán Malatranca cambió de táctica. Dejó su arma y se convirtió en perro (¡el típico recurso de convertirse en perro!). Tomé una de mis superpastillas y también me trasformé en perro. Entonces él se trasformó en un pájaro que me atacaba (¡el típico recurso de cambiar de animal!). Yo me transformé en un escudo y él en un martillo que me abollaba. Entonces decidí convertirme en un pájaro y escapar por un momento; pero él se transformo en un halcón que me iba a comer. No sé si esta parte la van a creer, pero fue así: cuando estaba por darme el picotazo, no sé por qué al muy estúpido se le ocurrió transformarse en una hoja de papel (ahora que ya pasó todo me doy cuenta de que es el típico error que cometen los malos en algún momento antes de llegar al fin de la historia). Yo no lo podía creer. Vino un viento y lo tiró adentro del tacho de la basura. Lo puse en la calle y se lo llevó un basurero. Así nomás. Su Jefe, que había visto la pelea, me ofreció trabajar para ellos (ustedes pensarán lo mismo que yo, ¡la típica oferta de trabajar para ellos!), pero le dije que se dejara de embromar, ni loco me quiero mezclar con esa clase de gente. Me fui dando el típico portazo que hace romper los vidrios de la puerta. Cuando salí del edificio estaba lleno de periodistas (yo no sé cómo hacen para enterarse de cada paso que doy, los muy malditos). Empezaron a hacerme mil preguntas, todos a la vez; yo simplemente les sonreía y seguía caminando con calma. Le di una palmada en la cara a uno y lo saludé: “Hola, Sam” (después me enteré de que no era Sam, se llamaba Daniel y tampoco era periodista sino el que vendía sándwiches; de todos modos, al otro día salió la foto en todos los diarios, “…aquí está saludando a Sam” y el tipo con cara de contento aunque no es Sam). Llegué hasta la calle, me subí a un taxi, saludé a todos con una sonrisa (no es exactamente una sonrisa, es algo que ensayé mucho frente al espejo, con mitad de la boca, es una media sonrisa, como para que no digan: “Ese estúpido se la pasa sonriendo”; la gente odia que uno aparezca en los diarios siempre con una sonrisa). Salimos a toda velocidad, haciendo chirriar las gomas (el típico recurso de la salida en taxi a toda velocidad). Encima del taxi, antes no la había visto, ustedes se lo imaginan, había una de esas rubias despampanantes, que cuando me vio dijo: “¡Oh! Usted es el famoso…” (sí, ya sé, la típica rubia que dice, “¡Oh! Usted es el famoso…”). Los fotógrafos enloquecieron cuando bajamos del taxi y ella me tomaba del brazo. Pongan donde más le guste la palabra FIN, el asunto es que así me salvé de mi archisuperenemigo en aquella peligrosa ocasión.
martes, 9 de marzo de 2010
Versos trabalenguas con bolitas y bolones
Un vals con bolón brillante.
Baila bolón y bolita
¡Se los ve muy elegantes!
Bolón y bolita roja
se fueron a patinar.
¡Patafúfete, qué golpe
patapúfete pum crashhhhhh!!
Tres boloncitos de acero
y una bolita violeta,
con un bonito sombrero
pasean en bicicleta.
Bolita rueda despacio
hasta llegar al trabajo.
Bolón rueda más ligero
porque quiere ser primero.
sábado, 6 de marzo de 2010
Homenaje a Chile: Marcela Paz
El soldadito rojo
Marcela estaba en cama con Rubéola. Había amanecido llena de pintitas rosadas, que le picaban por todas partes a un tiempo. No sabía qué hacer para aliviar su picazón. Pero sólo podía rascarse... Así que comenzó a llorar.
Sintió entonces como un tamborcito que sonaba a compás.
¿Será mi corazón? -pensó. Pero le pareció escuchar una vocecita en secreto.
¿Quién es?- preguntó sorprendida.
-Soy el soldadito rojo -dijo la voz- Estoy muy desteñido porque han lavado tanto tu camisa. Pero si tú me ayudas puedo jugar contigo...
Marcela secó sus lágrimas y buscó en su camisón los dibujos que ya apenas se notaban. Había un soldadito con tambor, muy desteñido. Lo miró y sentándose en la cama le dijo:
¿Jugamos?
¡Sí, pero tienes que darme una gotita de sangre -dijo el soldado- para volver a ser el soldadito rojo!
¿Una gotita de mi sangre? -Marcela lo miró asustada. Porque la sangre le daba horror. Y movió la cabeza -No- le dijo al soldadito -Eso duele mucho.
'El soldadito rojo', Editorial Universitaria, 1986, pp. 17-21
Miró con pena al soldado y siguió rascándose.
¿Por qué no sería valiente?
De pronto sintió humedad en sus dedos y al mirarlos vio que sin darse cuenta se había sacado sangre al rascarse.
¡Toma! -le dijo al soldadito- Aquí tienes sangre mía... -y aplastó el pedacito de su camisa con el soldado desteñido en el puntito rojo y brillante de su pierna. El soldado se tiñó y comenzó a hincharse como muñeco. Luego se salió del género del camisón y con su tambor partió marchando por toda la cama. Sólo quedó un portillo donde estuvo antes.
Marcela, maravillada se reía feliz sin acordarse más de la picazón.
Se abrió la puerta y entró su mamá a verla.
-Mamá -gritó Marcela alborotada- Mira qué soldadito más lindo juega conmigo.. Se ha salido de mi camisa y marcha tocando su tambor -y le mostró feliz el hoyo sin soldado en el género.
¿Has recortado tu camisa? Nunca pensé que fueras tan tontita.. -la mamá miró enojada la camisa y pasó sus dedos por el hoyo.
-Romper tu camisita... -repetía, moviendo la cabeza.
-No la rompí -explicó Marcela- Fue el soldadito que salió a jugar conmigo. Mira qué lindo es, tan rojo!
La mamá no dijo nada, y se fue pensando que su niña veía visiones con la fiebre.
Marcela suspiró al verla partir enojada.
¿Qué te pasa ahora? -sintió la vocecita del soldado.
-Mamá cree que te recorté de mi camisa -explicó.
-¡Llámala! Yo me meteré en mi hueco como antes. Después que ella se vaya volveré a jugar contigo.
Diciendo esto el soldadito se acomodó en el pedazo de camisa de donde había salido y Marcela llamó a su mamá para mostrarle al soldadito en su lugar.
-Es muy extraño -dijo la mamá-. Yo habría jurado que estaba rota hace un momento... - y arropando bien a Marcela en su cama, se alejó tranquila.
Apenas cerró la puerta, el soldadito rojo volvió a salir de su hueco y marchó por la almohada y por la cama hasta que Marcela se durmió.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Caramelos sueltos, caramelos ácidos... La experiencia en Santiago de Chile
A pocas horas del terremoto, estaba en el Museo Histórico de Santiago de Chile disfrutando de la presentación del Gran Diccionario de Literatura Infantil y juvenil, precedida de una deliciosa charla entre Francisco Hinojosa( México) , Jorge Eslava ( Perú) y la argentina Liliana Bodoc ( con quién viajé-huí la madrugada del domingo hacia Mendoza, vía cordillera). Mientras la periodista chilena entrevistaba a los participantes, yo jugaba a contestar y delineaba una futura nota con lo vivido en ese Congreso, con académicos y escritores de primera línea, para compartir en mi provincia. Un rato antes había recorrido la calle San Diego, llena de librerías " de viejo" y compré una serie de " Papelucho" (1947/71) personaje que divirtió y divierte a miles de niños chilenos gracias a la imaginación y desparpajo de Marcela Paz, homenajeada junto a María Elena Walsh y Gabriela Mistral en el contexto del CILELIJ.Tomé unos mates con mamá antes de viajar hacia Chile; charlamos y ella me mostró una nueva adquisición en su patio lleno de geranios de colores, frutillas, margaritas y viejas empolvadas... mostraba orgullosa una esponja vegetal, producto de unas semillas que había traído de su viaje a las Cataratas . ¿ Cómo puede crecer en la pampa una esponja, pensé? tan rara, tan bonita, tan distinta a las habituales florcitas de nuestros patios?" Los buenos libros son un derecho de todos, sin excepción porque son una herencia común de la humanidad, como lo es el medio ambiente, el planeta en que vivimos. Sólo que los libros forman parte de una herencia no natural sino cultural" . Esto dicho por Ana María Machado ( Brasil) también presente, da pistas del valor de la literatura para todos y tal vez esa relación de derecho a tener un mundo común y mejor. Vuelvo a Marcela Paz, a Papelucho y a la esponja crecida en el patio de mi casa materna: transportar la belleza, como semillas- pensé- voy a llevar estos relatos para leer con los chicos de Anguil, de Macachín, de Puelches... aquí en mi provincia. Construir un canon latinoamericano; un canon de lectura incluye recorridos lectores pensados por temas, por personajes, por autor y el ámbito del Congreso estaba lleno de semillas dispuestas a ser intercambiadas , sembradas por todo nuestro espacio iberoamericano. La pasión por leer se comunica, se alienta, se despierta, no se da como tarea. Para que hijos y alumnos lean, padres, maestros y bibliotecarios tenemos que leer y otra vez Machado sabia (y savia) " Es necesario que una sociedad que quiere ser democrática, sea capaz de garantizar a todos el acceso a los primeros libros de literatura. Y, en seguida, mostrar el camino para que el lector pueda seguir por su cuenta con las lecturas que lo acompañarán toda la vida "El acto de esa tarde, fue en un patio interior, con el cielo como techo y caminé desde allí hasta el hotel " agrandada" , llena de " felicidad literaria" creyéndome poco menos que Neruda confesando que ha vivido." Le pregunté a la Domitila ¿qué harías si supieras que te vas a morir? .- Me daría una vuelta carnero-dijo- porque la muerte es la felicidad del pobre. ( Papelucho. Pág 9)Paraba en el hotel Ciudad de Vittoria, a poco metros del Museo de Bellas Artes en donde sesionábamos, en el tercer piso , anteúltima habitación de un pasillo que terminaba en la cocina. Dormía sobresaltada por una música que venía de la calle, creo que de un boliche de jóvenes... me desperté con el rugido, el movimiento como si fuera un tren pasando por la habitación, me levanté a oscuras y llegué a la puerta que abrí, quedé " encajada" debajo del dintel y al lado dos chicas lloraba y gritaban " ¡es un terremoto!" . Fue largo, eterno, la pared crujía y se veía abrir una grieta de la que caían pedazos de pintura y revoque... alguien grito: abajo, abajo ... alcancé a agarrar un vestido y el celular y corrimos a la calle por las escaleras. Ahí eramos un montón de personas azoradas, sorprendidas, había vidrios, escombros , cables por todos lados y el señor del hotel, más aplomado, nos pedía calma, que ya había pasado, que vendrían réplicas menores pero que todo estaba bien, que el edificio era antisísmico y nadie había salido lastimado. Hay que esperar. Envié un mensaje por mi teléfono y a partir de allí fui nadie, me sentí nadie, éramos nadie(s) esperando a oscuras una noticia, una señal...De aquí en más lo sucedido ya se conoce hoy, por los medios : el sitio del epicentro, la descripción de las intensidades por zonas, el desastre, los daños, los muertos. Nada más aporta mi relato, pasé una experiencia horrible, límite, triste pero volví a casa sana y salva , conmovida y acongojada pero me esperaban mi amor, mis hijos, mi familia, mis amigos, mis pertenencias, todo todo todo lo que -para muchas familias chilenas- ya no es. Hay que atender ahí ahora , el que sabe y cree, que rece; los que no pongamos música, prendamos velas perfumadas, hagamos ceremonias, colectas, acciones que los abracen y ayuden a salir de esta tragedia.Caramelos de luzMarcela Paz, tiene un libro publicado en 1954 , cuyo título es Caramelos de luz ( Nosotros los niños/ vemos el mundo al revés/ Porque nuestras cabecitas/ viven cerca de los pies. (...) Si para el hambre están buenos/los caramelos de dulces/ Para lo otro hace falta/ ¡ Caramelitos de luces!) Ojalá pueda escribir, mandar, compartir miles y miles de caramelos de luces para lo que les haga falta. Chile querido.
*Adriana Lis Maggio. Santa Rosa, La Pampa. Argentina.
* Bibliografía: www. cilelij.com; Había una vez. Número Uno. 2009; Papelucho. Marcela Paz. Editorial Universitaria. 1947. Gran Diccionario de autores de Literatura Infantil y Juvenil. Jaime García Padrino. FSM 2010